Qué perjudicial puede llegar a ser una mirada limitada deslizándose sobre la superficie de lo, intencionalmente, oculto para así percibir una investigación periodística. El desafío radica, entonces, en ser escéptico y no arbitrariamente crítico.
La investigación es la esencia y una especialidad del periodismo. Por lo que demostrar la realidad, certeramente, se torna inevitable porque existe el falso brillo. Lugares habitados por el fraude, la corrupción, el engaño, la vanidad y la soberbia. En esos territorios son indeseables los honestos relatos de los hechos.
Es así, que el detective esta dentro de mi naturaleza, ya que suelo sospechar de las versiones oficiales, nunca conformándome con lo explícito, muchas veces se esconde algo. La curiosidad me hace explorar ciertos terrenos y la discreción es su cómplice. La honestidad, reserva y perseverancia son mis estandartes, ahora resta que la especialidad me de la oportunidad de ponerlos en práctica. En la jurisdicción de la hipocresía, molesta y genera tensión. Es en esta dónde transito plenamente, pasando desapercibida, lo que me permite observar sin escrúpulos. Daniel Santoro, autor de Técnicas de Investigación, plantea: “El periodista de investigación escucha más de lo que dice”.
Hoy, uno de mis vacilaciones, es si estoy preparada para enfrentar los riesgos profesionales, judiciales y físicos. Mi juventud, me permite ser audaz y tener ideales muy claros, pero me asusta que con el paso de los años el coraje y la valentía no estén tan palpables.
El periodismo es una vocación de servicio, sino estoy a la altura de los sucesos de vital importancia para la sociedad, es honesto, dar un paso al costado. Tomás Eloy Martínez, en Defensa de la Utopía, definió: “El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta”.
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